El patio de la nonna

(Una historia)

La nonna vino de Italia a sus 26 años con 3 hijas a reencontrarse con el nonno.
Ellos construyeron una casa, con su patio, su parral y su gallinero.
Por esas cosas que a veces pasan o dejamos que pasen, nunca volvieron a Italia y cuando el nonno falleció el patio se transformó en un reino, en el cual con manos mágicas cultivaba lechugas y rosas con la misma dedicación.
El patio de la nonna es para mi un lugar encantado. Cuando era chica lo veía enorme, una selva donde no importaba que cortara una flor para regalarle a mamá porque en su lugar florecían velozmente otras.
Ahí aprendí sobre gallinas y pollitos, a esperar que madure la fruta (porque verde te cae mal a la panza), a disfrutar del perfume de la albahaca y el romero, a distinguir las plantas "malas" que no permiten crecer a las buenas. Y aprendí una lección muy importante: que la tierra devuelve lo que uno le da.
En un lugar donde nunca nadie dijo la palabra "amor" aprendí que mejor que decir es hacer y  que el amor está presente en cada rincón de ese patio. Puedo afirmar que el amor de mi abuelo todavía vive ahí y por eso creo que la nonna lo disfruta tanto.
Hoy ella ya no se puede ocupar del patio y sólo le quedan de consuelo unas cuantas macetas donde la magia continúa.